¿Existe algún riesgo? Una norma que es tan válida para Odontología, como para cualquier otro aspecto del que hacer humano, es que lo que está funcionando bien, mejor es no tocarlo, de manera que cambiar unas restauraciones irreprochables por un simple capricho de tipo estético o maniático del paciente tiene difícil defensa desde un punto de vista deontológico.
Pero hay otras circunstancias que pueden variar este criterio;
a) Restauraciones deterioradas (fracturas, filtraciones marginales, caries recurrente…): Naturalmente, si es necesario eliminar las amalgamas por razones sanitarias, nada nos impide sustituirlas por otras de mejor aspecto estético, siempre y cuando no sean demasiado profundas gingivalmente, ya que la amalgama nos acepta un mayor grado de humedas que la encía nos proporciona y que el composite no nos permite.
b) Restauraciones muy visibles, situadas en grupo anterior o extendidas a la cara vestibular (vista) de premolares superiores. Las manchas oscuras desmerecen mucho la buena apariencia de una sonrisa.
c) Gente muy condicionada por su estética (actores, cantantes, modelos, famosos o famosillos que pueden ser filmados o fotografiados en planos muy cortos que hagan visibles las restauraciones). Ahí sí puede estar justificada la sustitución.
e) Hidrargirismo: Los diagnósticos de intoxicación por mercurio de origen bucal hay que tomarlos con pinzas. Probablemente la sangre no llegue al río, pero a veces aparece alguien alarmado por un inusual nivel de mercurio en sangre hallado en un análisis, del que inmediatamente han culpado a sus restauraciones de amalgama. En esas circunstancias no hay más remedio que quitarlas, aunque sólo sea para tranquilizar al paciente. El problema es que levantar las amalgamas puede desencadenar una ingesta del mercurio que se desprende, muy superior en dosis a la que le aportarían años de desgaste espontáneo.
¿Se pueden sustituir los empastes negros de amalgama por los blancos?
Efectivamente se pueden sustituir. El procedimiento es sencillo: se elimina el empaste de amalgama se limpia la cavidad, y se obtura de nuevo con composite.
¿Existe algún riesgo?
En muchas ocasiones, al retirar el empaste antiguo de amalgama, aparece caries debajo. Esta caries debe ser eliminada. El resultado es que, por lo general, la cavidad resultante suele ser algo mayor que la anterior, más profunda por lo que el nervio queda algo más cercano a la superficie. Esto puede suponer la aparición de sensibilidad a estímulos térmicos tras realizar el empaste nuevo. Suele desaparecer a los pocos días.
Como tal, riesgos no existen, salvo que algunas veces, al retirar un empaste antiguo no sabemos lo que nos vamos a encontrar debajo. Ahora debo de decir, por experiencia, que en algunos casos, sobretodo cuando el cambio no se ha debido a ninguno de los motivos anteriormente citados, esta sensibilidad, perdura de forma continuada, y no cesa hasta retirar el nuevo empaste de composite y volver a colocar una amalgama de plata. Es importante avisar de esto a aquellos pacientes, que de la noche a la mañana, y con varias piezas reconstruidas con amalgama, quieren cambiarlas de forma seriada.
En resumen: Salvo el caso de que se dé alguno de los supuestos contemplados, lo mejor es recomendarle que se quede con sus amalgamas, ya que no tiene mucho sentido levantar unas restauraciones que han demostrado su eficacia para cambiarlas por otras que no van a ser peores, pero mejores tampoco. En todo caso, el argumento más utilizado hasta ahora, que las amalgamas duran más que los composites, ya no sirve. Es cierto que hay amalgamas que han durado treinta años, pero es que también hay composites que han pasado, en dientes posteriores, de los veinticinco. Lo que pasa es que una amalgama mal hecha puede durar unos años, mientras que un mal composite suele caerse antes de quince días. En otras palabras, la amalgama perdona los errores y el composite no, pero un buen composite es tan fiable a largo plazo como una buena amalgama.
Fdo: Dra. Lola Terrés Puebla